Pese a que navegar por la web, utilizar aplicaciones o interactuar con programas informáticos puede parecernos sencillo, detrás de estas experiencias aparentemente simples, se encuentra una auténtica obra ingenieril que puede requerir años de desarrollo. En este contexto, los algoritmos emergen como piezas fundamentales de los sistemas informáticos.

Un algoritmo se puede definir como un conjunto de instrucciones, ordenadas de manera lógica y finitas, que permiten llevar a cabo diversas tareas informáticas. Mientras que el código de programación, por su parte, es la representación tangible de estos algoritmos en lenguaje computacional.

La falta de transparencia, refiriéndose a la ausencia de claridad dificultando la comprensión de una situación, emergió años atrás como un medio de reivindicación de derechos para los consumidores. La incidencia de este concepto tuvo un impacto significativo en contratos mercantiles, laborales e incluso en la divulgación de información financiera.

Este hecho obligó a numerosos empresarios que celebraban contratos con consumidores a revisar y adaptar el contenido de sus documentos. Todo ello, con el objetivo de que los clientes pudieran comprender las obligaciones adquiridas al firmar un contrato.

La dificultad de comprensión por falta de transparencia, que ha radicado durante estos años en la complejidad de los documentos jurídicos, es perfectamente extrapolable a los algoritmos. Así, al tratarse de una tecnología avanzada, devendrá complicado que el usuario medio comprenda todo su contenido, y por por tanto, aquello que está utilizando.

Basándonos en lo expuesto, es evidente que las empresas que se esfuercen por hacer que sus algoritmos sean visibles y transparentes para las personas, tienen una gran oportunidad de diferenciarse en el mercado. Pero este enfoque requiere una sinergia entre conocimientos jurídicos e informáticos, enumerándose a continuación tres ideas para superar la transparencia algorítmica.

Una de las opciones más viables para priorizar la transparencia de estos sistemas informáticos es proporcionar una explicación comprensible por parte de la empresa creadora del algoritmo, brindando información pública sobre cómo funciona, especialmente entendible para el consumidor medio.

Otra alternativa consiste en establecer una política de transparencia algorítmica, similar a las políticas de privacidad y cookies, donde se definan los principios que rigen la creación de sistemas algorítmicos por parte de la empresa.

Además, considerar la implementación de procesos de revisión independientes para los algoritmos puede ayudar a identificar y mitigar posibles sesgos que puedan afectar los derechos de las personas.

Todas las opciones mencionadas tienen un objetivo común: garantizar que el usuario que interactúa con estos algoritmos y que está relacionado con los resultados logre comprender la información contenida en ellos de manera eficaz y transparente.

En el caso de lograr este nivel de transparencia, las empresas desarrolladoras se protegen ante aquellos usuarios que puedan alegar desconocimiento sobre el funcionamiento de los algoritmos, ya que habrán proporcionado toda la información necesaria para que el consumidor medio conozca todos los detalles relacionados con estos sistemas.

Sin duda, el auge de la ciencia informática que estamos experimentando en la actualidad nos plantea un nuevo paradigma que debemos abordar de manera adecuada para no repetir errores del pasado. Así, resulta innegable que la adaptación de las empresas a la transparencia algorítmica se convertirá en un factor diferencial en el competitivo mercado tecnológico.